El doblete del francés más el gol de Bellingham salvaron a los blancos de un desastre
Hay victorias que no se celebran. O, al menos, no con la alegría que dictaría el marcador. El Real Madrid ganó al Leganés en el último suspiro, con un doblete de Mbappé y un arbitraje que provocó más sonrojo que alivio. Tres puntos, sí. Pero también un espejo incómodo: el equipo no está bien. Y el reloj corre hacia una recta final que exige mucho más.
La noche comenzó torcida. Ancelotti, condicionado por el parón FIFA, apostó por una alineación experimental: muchos suplentes, demasiado peso para los canteranos, y una defensa improvisada que nunca se sintió cómoda. El Leganés, con descaro y orden, olió sangre. En medio del desconcierto apareció González Fuertes para regalar un penalti que ni el VAR quiso revisar. Mbappé, con sangre fría, lo transformó a lo Panenka. Pero mientras el Bernabéu aún gritaba el gol, Diego García empataba para el Lega. Y antes de que el Madrid asimilara el golpe, Dani Raba ponía el 1-2. El coliseo blanco, atónito.
En medio del caos, Mbappé fue la única certeza. Pudo empatar antes del descanso, pero Dmitrovic le negó el gol con una parada enorme. El Madrid estaba irreconocible: errático, partido, vulnerable. Sin alma ni plan. Solo el empuje individual sostenía la esperanza.
Tras el descanso, Bellingham apareció con ese instinto ganador que lo ha convertido en referencia. Un gol de fe tras una jugada de rebotes y rebeldía. Y otra vez, como si fuera un reflejo inevitable, el Madrid se durmió tras marcar. El Leganés rozó el tercero con Diego García primero, y Munir después. El Bernabéu contenía la respiración.
Entonces volvió el árbitro al primer plano. Una falta inexistente de Tapia sobre Rodrygo se convirtió en la última oportunidad. Mbappé, clínico, la mandó al fondo de la red. No hubo euforia. Solo alivio. Porque todos sabían que no se había ganado bien.
Vinicius y Rodrygo entraron para dar aire, pero no cambiaron el fondo del problema. Courtois, Brahim, Fran García y poco más. El equipo se sostiene a ratos, y siempre por los mismos. El Madrid se fue a dormir con tres puntos más… y muchas preguntas sin responder.
Montjuïc espera. Y con él, la verdad.